martes, 17 de junio de 2014

Petimetres

"Lo mejor de mi vida es que nunca he existido". Con estas palabras expresaba una vez más Leopoldo su nihilismo, su desposesión, su libertad de espíritu. Qué le importaba a él ser considerado mendigo, si era un príncipe, "princeps", el que va por delante, el que ve más allá, el que trasciende el límite del ser. Nadie podía seguir sus conversaciones, compuestas de versos. La lógica poética gobernaba el mundo. "No hay más emperador que el emperador de los helados", decía de repente y se reía, y su risa era como la lluvia de una verdadera vida sobre esta existencia teatral y acartonada.
Leopoldo, el Hombre, el último Hombre, socrático en la negación de su ser, se sigue riendo en mi recuerdo a la vista de tantos payasos, mequetrefes, petimetres metidos a críticos, que en su vida han estudiado media palabra de Crítica Literaria, que pululan como chinches en el lecho literario provocando el insomnio y la alarma en el corazón de los poetas. No es que no hayan leído a Lacan, que habría dicho de ellos que ni siquiera el significante, es que tampoco leyeron a Confucio, que recomendaba aquello de "estáte calladito", si no vas a decir algo más bello que el silencio.
Mientras los genios poéticos duermen en los bancos de Triana, arrullados por el desprecio colectivo, estos trepas que han escogido la Literatura para medrar porque se suda menos que siendo un honrado fontanero o estibador, juzgan, condenan, organizan eventos, aplauden lo que luego ponen a parir, saltimbanquean versillos... Y yo me digo: ¿Dónde, dónde estará el insecticida?
Mª José Vidal Prado

4 comentarios:

  1. Hola María José, es la primera vez que te leo, me ha encantado, felicidades, tienes toda la razón, un abrazo.

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  2. Gracias, Carlos Gargallo, eres el primero en comentar mi blog :)

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  3. Me encanta tu comentario.
    Esto es lo que hacen aquellos que no pueden brillar con luz propia.
    La descarnada envidia, de que si no puedo te destruyo.
    No hay por qué preocuparse. Nunca llegaran a nada.

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    1. Gracias, Lázaro. Quisiera poder mantener encendida esa luz interior y no dejarme desviar...

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