martes, 8 de septiembre de 2015

SERVICIOS INFORMATIVOS, de Manuel de la Fuente



Los hacedores de versos que, parapetados detrás de un libro de filosofía, se olvidaron de mirar por la ventana y ya no recuerdan el camino que baja a la calle; los que, borrachos de poesía light, han renegado de la épica y creen ser líricos sin haber navegado la Odisea, no deben leer este libro, "Servicios informativos", de Manuel de la Fuente, no deben, porque quizás resucitarían, porque serían verdaderamente informados, no como en esas cantinelas de desgracias intercaladas de spots publicitarios a las que hemos llamado información, sino desde dentro del corazón humano, que es ya tantas veces el corazón de las tinieblas.
Resucitarían los poetas cero-cero y se darían cuenta de que la vida existe y la poesía es su voz, y es una bofetada y es un río y es sangre o no es.
" Y hoy/ hoy por hoy/ cuando los civilizados y relamidos europeos/ convergen sobre su propio ombligo", este libro, publicado por primera vez en 1995, sigue siendo actual, porque continuamos "en esta matanza sistemática milimétrica/ en esta masacre sistemática milimétrica/ donde sistemática y milimétricamente/ la risa de uno es la agonía de tantos".
El poeta parte del conflicto exterior - la guerra de Bosnia, cualquier guerra- para adentrarse en la esfera de lo privado, avanzando en dos planos superpuestos que intercambian sus imágenes, entrando unas veces lo bélico en lo erótico y otras veces situándose el amor en un primer plano que vence a la destrucción. El dolor vive en todas partes, dentro y fuera de casa: " Mi cama es esta noche un nuevo Auschwitz/ y por las chimeneas de mi corazón/ asciende un humo denso y sobrehumano/ un olor a juventud achicharrada".
El poeta se posiciona, como Dante en el infierno, en diferentes puntos de la humana catástrofe, y no es casual que muchos de sus poemas comiencen con una referencia espacial: "Junto a los orfanatos junto a los hospitales", " Aquí en una cocina", "Al margen de vuestros electrodomésticos", en una poesía de denuncia, una nueva épica, donde el amor es la última barricada desde la que luchar, la última causa que aún más allá de la muerte no es perdida, como en el estremecedor poema " Admira", en cuya estructura polifónica el yo lírico/épico presta su voz a dos amantes muertos alcanzados por los disparos de los francotiradores. Pero no siempre la ubicación del autor es geográfica o social, porque a veces el punto de partida es una metáfora que nace de la fusión de varios planos de la realidad: "Desde las alamedas/ de algún que otro septiembre/ o también y por poner un ejemplo/ donde tu cuerpo es cruce de caminos/ allí precisamente quiero estar". A partir de ahí, no sabemos por dónde transcurrimos cuando bajamos el poema como un río, no estamos aquí ni allí, fuera ni dentro de nosotros, sino que fluimos poéticamente por todos los lugares a la vez, a través de una métrica irregular y tumultuosa, in crescendo o minuendo según nos acercamos o alejamos de los núcleos del poema, en un movimiento musical. Repeticiones rítmicas, ecos anafóricos, series de adjetivos como ráfagas de ametralladora, nos muestran a un poeta desbordado y desbordante, que más que escribir versos parece, como Lope de Vega, poéticamente desangrarse.
" Me reivindicaba a mí mismo ante mí mismo ", dice el autor en el prólogo a esta reedición de su libro publicada por Vitruvio. Y nos recuerda a Whitman, como ha señalado Luis Alberto de Cuenca, pero mientras el poeta norteamericano  celebra al hombre, Manuel de la Fuente canta la imposibilidad de ese canto.
Ahora que muchos poetas se han olvidado del hombre, " Servicios informativos " nos in-forma de él, nos lleva al centro del conflicto existencial humano, y nos deja un sabor agridulce de fracaso y de esperanza. "La verdadera poética son estos versos encendidos e incendiados, estas palabras honestas y descamisadas, estas canciones (eso es para mí un poema) que huelen a molotov, estos estribillos que rebosan de tanta derrota como Rock and Roll".

María José Vidal