martes, 16 de junio de 2015

"YA NADIE LEE A PENTTI SAARITSA", DE ALBA SABINA PÉREZ



En la terraza de Babel, "el poeta subraya el mismo verso./ Todavía no ha descifrado/ dónde se encuentra".
 Alba  Sabina intenta descifrar la cábala del caos. En su diálogo con Pentti Saaritsa, un diálogo empañado por la nostalgia de la imposibilidad, deconstruye los signos lingüísticos y el tiempo, desordena el puzle, sube y baja los pisos de la mente indagando en el sentido y buscando quizás la quietud, el descanso inalcanzable.
Alba Sabina se parece a Alicia, y nos conduce en la caída a través de ese pozo en el que todo lo que nos rodea es y no es: " Alicia es sola, Alicia es Alicia". Mientras flotamos en sus versos, vemos la infancia y el futuro, la noche y la luz, la poesía y la pintura, los museos y las calles, los vivos y los muertos.
La autora entra y sale del lenguaje con una libertad total, a través de desdoblamientos del sentido de las palabras, utilizando a veces la duplicidad de los idiomas, combinando gramáticas y tiempos imposibles ( "Mañana puse en un altar a casi todo el mundo/ dándome de bruces con vuestros tridentes/ de origen asiático y low cost/ ahora me pongo a rezumar ¿dolor?"), alterando el espacio y sus dimensiones (" En el infierno me esperaban/ por matar a mi primogénito/ tantos días como cabrían/ en los átomos de un grano de arena"), y su propio sujeto que se multiplica en los espejos de "La fotografía de Bukowski", y a veces la mira amenazante, como en " Serial killer".
Se retrata a sí misma y a todos. Todos estamos en "Foaming Quart", ese freudiano edificio de los egos, ese antro donde " Todos creen haber encontrado un refugio/ donde ocultar sus penitencias; /pero están siempre a la intemperie,/en el centro de una fiesta/ donde cada uno tiene corona, cetro y un trono". En la escalera de este poema nos encontramos, después de los espejos subterráneos que nos niegan. "Otros suben contigo:/ cargan más extrañeza y abismos que antes".
Algunos poemas se estructuran en torno a un eje central que va rotando (" Barcelona y Cipralex", "Pasos mermados"), otras veces se invierte la lógica y el efecto se convierte en causa (" las conchas que rubrican/ su contorno en la arena/ para que el fotógrafo exista"). Los diferentes planos temporales de un mismo sujeto conviven en el presente del poema, como sucede en "Sweet kid"; los vivos dialogan con los muertos, que nos observan y hasta nos imaginan, " cada vez que un cementerio concibe un nacimiento ". El yo lírico nos habla en ocasiones desde más allá de la vida (" Soy el duelo"), dándonos a entender la autora la abolición de toda frontera racional.
También el lenguaje es delirante, con neologismos, dilogías e imágenes visionarias. Sin embargo se vuelve realista e irónico en otros versos de tinte social: "Nos preguntamos por nuestra locura./ Dicen los psicólogos/ Que esa es la pregunta/ Que se formulan los cuerdos/ En el siglo veintiuno".
En " Ya nadie lee a Pentti Saaritsa " hay un diálogo con diversos elementos de la literatura, el cine, la pintura, y hasta las matemáticas o la psicología. La América de Faulkner convive con el cine de Truffaut, la poesía beat con el zen. Pero todas sus influencias la autora las trasciende en una inmensa maquinaria poética donde fuerzas centrípetas nos arrojan a abismos interiores y fuerzas centrífugas nos expulsan del reino en el que todos somos extranjeros. La poesía de Alba Sabina Pérez es un perpetuum mobile de los significados, las identidades y los tiempos.
Pentti Saaritsa dijo: " es más interesante recordar el porvenir ". Ya muchos leemos a Pentti Saaritsa y a Alba Sabina Pérez, y nos sentimos deslumbrados y un poco menos solos.

María José Vidal