miércoles, 4 de noviembre de 2015

POEMAS DE JACOBO RABINOWICZ

He recopilado estos poemas de Jacobo Rabinowicz, buscando aquí y allá, en mi correo, en mi muro de Facebook y en los muros de Alfonso Brezmes y Manolo Marcos. También incluyo un enlace a su página en la Antología de Poetas, Siglo XXI, de Fernando Sabido. Hay más, ojalá se publiquen.

“¿Qué más te puedo decir? Que tu opinión y la de Manolito, y la de Alfonso, sobre mi poesía, me hace... levitar.
A través de FB he aprendido a querer a personas que no conozco.”
                                                                                    (Jacobo, en un mensaje)



EL QUE LENTAMENTE SE DESPIDE
Todo el día he perdido
Buscando mis ojos
Y ahí estaban
Frente a mí 
Escrutándome
Como guardias de un campo de concentración.
El día entero
He buscado mis manos
Y no aparecían
Quizá las había dejado entre libros
O disimuladas en las manos de ella
Las encontré temblando
Débiles
Esperando quizá
Una orden mía para transformarse en puños.
He caminado hasta el agotamiento
Inquiriendo a desconocidos
Por mis piernas
Entré en casas de ortopedia
En pegajosos baños de restaurantes
Subí a colectivos atestados
De repente levanté la vista
Las descubrí 
Espiándome.
Interrogué por mi rostro.
Nadie lo había visto.
Recorrí vidrieras
Subterráneos
Espejos.
Nadie había reparado en él.
El día entero me he buscado
Me he indagado como un policía
Pregunté a vecinos 
Di vueltas por el barrio
Desempolvé cementerios.
Poco a poco
voy desapareciendo.
Jacobo Rabinowicz


SONETO UMBRÍO
Están los días en que a casa llego
y quieta, frente al pálido postigo
surge la sombra como un fiel testigo.
La sombra del que soy y seré luego.
Están las noches del febril sosiego,
la muerta cama , el dolor amigo
y otra vez la sombra, y el castigo
de odiarla y protegerla, como a un ciego.
Está la sombra vana, agazapada.
Sin ojos, sin luz y sin garganta;
pero a pesar de todo está y me canta.
Es mi viuda y lo sabe, y tiene tiempo.
Seguirá proyectándose en el suelo
cuando yo sea nada más que un duelo.



UN PRESO
Un preso.
Condenado a latidos perpetuos,
El corazón mío.
Setenta y dos años
Sin ver la luz del día
Ni la luz de la noche
Eternamente allí
En el túnel de la oscuridad más oscura
Meta sístole
Meta diástole en el interior de la caverna
No pregunta
No se mete en mi vida
No cierra por vacaciones
No coloca el cartelito me fui a almorzar
No llora.
Y mirá que lo he traicionado, eh.
Le he mentido
Lo he decepcionado
Lo he humillado.
Felonía tras felonía.
Y se obstina en seguir
Meta sístole, meta diástole
Una tras otra,
Pertinaz.
Se ciega por hacerme vivir
Mientras me va matando.
Peón que no exige aumentos
No hace paros ni piquetes
No escribe pancartas
Pidiendo justicia
U otras cosas extravagantes.
No se enamora
No se vuelve serio o alegre como el amo
No se arrepiente
No hace planes para el futuro
No espera la soldada para correr a comprar comida
Ni piensa en el sexo mientras hace su labor,
En silencio.
En el silencio más negro.
Pero es libre.
De buen corazón.
Si se lo pusieran a algún desconocido
Habría continuado latiendo,
Desinteresadamente.
Tiene dueño
Pero no lo tiene.
No le importa para quién trabaja
Y no está afiliado a partido alguno.
Late porque tiene que latir
Así como yo escribo porque tengo que escribir
Y el otro mata porque tiene que matar.
Ni siquiera sabe que lo envidio,
El pobre.



ASÍ COMO EL ÁRBOL...

Así como el árbol se confiesa con el viento
Y la memoria lo hace con el recuerdo
Así me confieso yo
Ante mí mismo.
Me perdono porque he pecado
Porque no he terminado de pecar
Porque seguiré pecando.
Me perdono porque no he buscado otra cosa
Que el dolor
Porque no he puesto los ojos en la ventura
Porque sólo me interesó el infortunio.
Llega el atardecer como un fruto agridulce
Llega el anochecer a este páramo infestado de vésperos
Como si el Tiempo retrocediera.
Como si me estuvieran ofreciendo el riesgo
De arrepentirme de lo que hice
Y de lo que he dejado de hacer.
Alguien olvidó entregarme las mañanas
Demasiado tiempo atrás
Nadie me dijo que fuera posible vivir de otra manera.
No fui enseñado a sobrevolar la risa
El encanto
Las presencias amadas.
Arrastré la vida
En vez de dejarme impulsar por ella.
De qué manera perdurable podría yo castigarme. """"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""



POEMA SESENTA Y UNO 
Suspendida en la garganta
la campana de sospechoso metal
dale que te dale
la boca abierta
los ojos cerrados
suena.
Huérfana se tañe, alocada.
Sorda a su propio eco.
Curioso en la noche enciendo luces
abro y cierro violentas sombras
interrogo los objetos cercanos a la muerte:
una lapicera
algunas fotografías,
un par de lentes
huérfanos ya de ojos.
De a pequeños sorbos bebo la sequedad, el frío.
Pronto seré mi padre.
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ESPANTAPÁJAROS 
Tiempo de ir perdiendo memorias
Tiempo de ir perdiendo recuerdos.
Y dejar partir lo que nos rodea
Agonizando
Acompañados de nuestras pesadillas
Como familiares esperando abultadas herencias.
Tiempo de ser un espantapájaros clavado en el medio del desamparo
No hacer otra cosa que espantar
Espantar huellas y evocaciones
Estelas
Souvenires
Y allí
En plena orfandad
Incrustado en el erial de la indefensión
Con los brazos en cruz
Preguntarse qué hizo uno
Qué hizo de toda su vida
Y en toda su vida.
Preguntarse si valió la pena
Tanto afán tanta prisa
Tanto destajo lágrima piedad
Tanta vida
Sin siquiera
Haber matado a una sola persona.
Se va perdiendo la imagen del andén
Donde permanecen agitando la mano
Las nostalgias
Los odios bien educados.
Deberíamos haberle hecho caso a las publicidades
Be happy be cool just do it.
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LLEVO MI VIDA HASTA EL CADALSO 
Llevo mi vida hasta el cadalso
Y hago descansar su cuello en el madero
Leo en voz alta sus tropelías
Le corto la cabeza.
Día tras día
Repito ese degüello
Día tras día
Rueda por la escalera
La cabeza
Y ahí se queda la vida
Sola
Separada
La nuca chorreante sobre el reseco tronco
Los brazos colgando.
Despertar por la mañana
Y degollar la vida
Con esa valentía de enfrentarte al hacha
Todas las mañanas
Elegir una corbata
Lavarse los dientes
Y que otro se ocupe en recoger las cabezas
En limpiar la sangre.
Que todo quede preparado
Para la siguiente jornada.
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Creo que este poema (de mi autoría) lo estampé en mi muro (lo amuré) hace un par de meses, pero nunca es tarde volver a pensar en Deleuze. Nunca es tarde volver a leerlo.

(A Gilles Deleuze, pensador francés suicidado el 4 de noviembre de 1995)

Un señor
Un señor parecido a otros señores
Decide un día salir de su departamento
Y no quiere hacerlo por la puerta,
No quiere dar el paso inicial a través del vano
Y colocar la suela de su zapato en el suelo.
Ese señor
Con cierta reticencia
Con cierta duda
opta salir por la ventana
y dar el paso inicial
y apoyar la suela de su zapato
en el aire.
Y éso es lo que hace.
Apoya la suela de su zapato en el aire
Sabiendo que ese aire
Está a muchos muchísimos metros del suelo
Ese señor aún vive en su departamento
Ese señor vive a mucha altura
En un edificio con infinidad de pisos
Ese señor vive como si fuera un satélite del planeta.
Tan lejano del suelo habita.
Como decía, resuelve hacer su primer paso
Apoyando el pie en el aire
Y sabiendo que no va a poder volar
Que no va a poder caminar
Que no va a poder vivir.
Y mientras cae
Mira por la ventana de cada piso
Cae de duelo en duelo
De llanto en llanto
De fatiga en fatiga
Hasta que - quizá sin darse cuenta –
Su cuerpo golpea el piso del suelo verdadero
Del suelo al que tanto anhelaba y temía llegar.
Del suelo de baldosas imperturbables, apáticas
Y hacia donde las personas corren para observar
Ese hecho curioso
Ese hecho lleno de sangre y de un par de anteojos destrozado
Como ese señor.
Ese señor ya no cree más en nada
Y sus largas uñas y su pelo quizá le sigan creciendo un poco.
Qué lástima digo,
Un señor tan unido
Tan amalgamadas sus piernas al tronco
Y sus brazos
Y su cabeza más aún,
Fusionada a su razonamiento
Siempre cavilando examinando
Hilando y razonando
Un señor tan unido en sí mismo
Estén ahora desperdigadas sus partes
Por ese pavimento que no le permitió continuar.
Ese señor ha escogido
No volver a pensar.




SINGLADURA - J. Jacobo Rabinowicz
Encuentro
(a veces sí, a veces no)
el derrotero de mi propia deriva.
Y como descubriendo las ruinas
de la oscura nave
doy con el timón oculto por el musgo,
con la dormida y herrumbrada proa.
Vaya donde vaya dejo estelas abandonadas.
Como aves marinas,
cadáveres de mis ancestros me siguen,
me persiguen,
hambrientos.
Guiado por la constante bruma
de un mar a otro voy errando
sin saber qué aguas me pertenecen,
qué cenizas me atraerán.
Danzan los horizontes a mi alrededor
(a veces sí, a veces no)
ofreciéndose.
Provocativos.
Si supieran que voy más allá de sus líneas.
Mas allá del allá, donde de nuevo
se abre la boca de la deriva. """"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""


PAULA

Se balancea la lágrima
La única lágrima
En la oscuridad de este día iluminado.

Se mece como la cuna de un recién nacido
Esta lágrima tan mayor de edad
Tan estropeada.

Resbalando a perpetuidad
Entre la nariz y la mejilla
Vuelve a caer dentro de la boca
Vuelve a tragarse
Vuelve a recorrer el agotado sendero
Y aparece nuevamente por los ojos
tímida pero segura.

Una sola lágrima,
Una sola por los dos ojos.


Vaya uno a saber qué arcano se produce
Hasta ahí llega la noción de la matemática
Para que la unidad dividido dos dé siempre dos
Y siempre uno.

Se agotan los pañuelos
Las mangas
Por esa única lágrima plural
Que deja ambos ojos enrojecidos
Desde hace ya tanto tiempo.

Caramba.
Hacer tanto escombro por una sola lágrima.
"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""